TERAPIAS DE LA ALBACETIZACIÓN: I. NO ESTAMOS PREPARADOS

-Fernando López (pintor)-


El publicista que robó esta palabra para el fútbol, recordemos “albacetizarse” como hacerse socio del Alba, no tenía conocimiento (como suele ocurrir en esa “ciencia”) del sentido en realidad peyorativo que poseía. Es evidente que suena a analfabeto. No es suficiente para estos “profesionales” utilizar la infancia o a la mujer como objetos de consumo, banalizar sin ningún escrúpulo lo natural o pasarse bajo pata lo que más respetemos, que también nos idiotiza.

Me siento responsable en parte del atropello que se comete con esto, por habérsela nombrado, y por ello creo que debo disculparme públicamente a través de los medios locales. Baste decir que el origen de tal palabra es el de describir de forma escueta el estado mental en el que se instala una persona tras una larga temporada expuesta a la desertización cultural de esta ciudad. Y es en este sentido en el que debemos hacer hincapié, ya que la cultura y su conocimiento es un derecho fundamental por el que paga el ciudadano mediante los múltiples impuestos a los que se le somete.

No vamos a dar cifras del nivel de lectura, asistencia sin invitación al teatro, cine de ensayo, música clásica o exposiciones porque sería peor. Revisando tan sólo los centros de arte contemporáneo o de enseñanza artística (excepto las Universidades Populares., obligatorias de necesidad), o sea ninguno, salvo el Conservatorio, podemos decir que nos aventajaría en cultura artística por ejemplo cualquier pueblo de la vecina Comunidad Valenciana (Altea, sin ir más lejos, refugio además de nuestro Benjamín Palencia, en el pasado).

Y esto es extensible a casi toda Castilla la Mancha. Nombrar el caso de Cuenca sería ocioso porque con eso nos quedamos: dos coleccionistas, uno de ellos, la Fundación J. March, que almacena en su memoria aquellos siniestros años de persecución franquista a las vanguardias, y que cristalizó con el Museo de Arte Abstracto, y otro más actual, la Fundación A. Pérez sería todo lo que hay. Lo de Bellas Artes es otro asunto. Este socialismo-cristiano-capitalista (tres cosas incompatibles, por otra parte) que alaba igualmente a Michel Foucault y a la Virgen de los Llanos, parece encontrarse cómodo en esta ausencia de cultura contemporánea.
Afirmaciones tales como la de que “no estamos preparados” (para un Centro de Arte Contemporáneo en Albacete) por parte de la concejala de Cultura, repitiendo literalmente lo que recomendaba un “entendido” local en una especie de reunión ociosa de ¾ de hora a la que se nos convoca periódicamente a los “pintores de Albacete” (¿existe tal cosa?), lo confirman.

Y es aquí donde llegamos. Preguntar si le suena a alguien el eslogan “no estamos preparados”… sería meter el dedo en la llaga. Los que conocen su historia saben que se utilizaba siempre para restringir derechos sociales en la dictadura de la que venimos. Que por cierto se manifestó con especial odio en esta ciudad (por haber sido cuartel de las Brigadas Internacionales, quizás) que Franco condenó a la ignominia, algo que todavía arrastramos, por ser hijos o nietos.

Pero actualmente han cambiado los objetivos. De ser simpatizante al Régimen, a serlo al dinero, en realidad la diferencia no es mucha. Este afán desmesurado por el capital, perfectamente justificado y consentido, para consumir más, crea incomestibles paradojas para la gente más joven de la ciudad. El dinero no es precisamente democrático, y mucho menos socialista, tal como dijo Saramago, pero sí trae al que lo posee la “comodidad”, independientemente de que sea justo o injusto, y esta palabra es mágica en Albacete, bastión de funcionarios en edad, o no, de criar. Está bien que todo siga así, como para cambiar.

Es curioso, sin embargo, que sea un hombre heredado del Régimen, Samuel de los Santos, como director del Museo Provincial el único que ha traído a esta ciudad, entonces igual que ahora, repleta de promesas, una programación decente de Arte Contemporáneo, hace ya mucho tiempo. Desde su muerte no sabemos qué ha sido de ese proyecto museístico, que ya no interesa a nadie.

El estado del Arte Contemporáneo es, pues, ante la ausencia de crítica local creíble, de galerías especializadas o no y de Centros y Escuelas de enseñanza artística y de asociaciones de artistas profesionales (se nos hacen profesores o publicistas), las instituciones públicas (Ayuntamiento, Diputación, Junta) tienen que hacerse cargo del vacío producido. Y esto es un mal asunto. Lo digo porque en este caso estos organismos deberían tener asesores expertos y profesionales, a nivel nacional, al menos, para estos temas, y no políticos designados a dedo, inopinadamente, con su cohorte de necesitados y “amiguetes”, que más que otra cosa banalizan la situación ajustándola a su medida, creándose así verdaderos esperpentos y fantasmas que “recomiendan” desde su absoluta ignorancia. Figuras que, como en el mundo del toreo, tan del gusto albaceteño, forman sus propias cuadrillas de “entendidos”.

Este lamentable asunto es adornado con alguna sala de exposiciones en un sótano, como la de la Fábrica de Harinas, desprendida donación de los políticos a un edificio que se planteó en principio Centro de Arte. Es paradójico que con ello den cuenta exacta de la situación, ya que el Arte Contemporáneo lo tienen bien enterrado.

Nuestro único nexo de unión con el resto del mundo artístico, la Bienal de Albacete, acaba de ser liquidada. Tras años de acumular prestigio lenta y costosamente, acaban de convertirla en concurso de pueblo, para gloria de los locales. No estamos preparados para enfrentarnos al exterior, desde luego. Y cada vez menos. Obviando a toda una multitud de jóvenes universitarios que miran asombrados como una pequeña ciudad se resiste a evolucionar, a reconocer que el progreso es algo más que comprarse un ordenador, o que la cultura es otra cosa que comer y beber, no estamos preparados.

Las terapias de la albacetización funcionan: no estamos preparados, en una ciudad cuya representación gráfica siempre aparece con el símbolo de un fracaso franquista más, el depósito de agua, que se inutilizó en la misma inauguración, y al cual deberíamos llamar, no sin cierta amargura, el “despropósito” de la Fiesta del Arbol, símbolo de unos fantasmas que deberían empezar a desaparecer. Ya lo dijo el dictador en su única visita a Albacete: “Que buenos son los manchegos, que nunca protestan por nada”. Y esto fue verdad sangrante cuando se nos “extirpó” nuestra memoria como población en una operación urbanística llamada “Villacerrada”, que hizo desaparecer literalmente el núcleo original de la ciudad, quizás del neolítico, para sustituirlo por los cimientos y garajes de un espeluznante conjunto de edificios con los que se quiso sustituir nuestro “Alto de la Villa”, verdadero centro histórico, tal vez por vergüenza (recordemos que era un barrio de putas), a finales del Franquismo, y nadie dijo nada. Usura y especulación, desde entonces, han sido nuestros fieles acompañantes. Usura bien vista y especulación como “trabajo”, de lo que alguien tendría que haber rendido cuentas ya hace mucho tiempo. Ahora, creo, que está volviendo otra vez la prostitución al Alto de la Villa, como una especie de venganza de la Memoria.

Claro que siempre podremos decir entonces que Albacete es una ciudad muy curiosa: tiene el barrio histórico a 13 Km. del casco urbano, y será verdad además, si no vuelan Chinchilla los militares, tal como se llegó a proponer para que pudieran despegar mejor los aviones. Y esa es otra.